Febrero 2006
Mi niña vive en la ciudad de los tejados puntiagudos y perfectos, sombreros de bruja, curvilíneos por los que navega la lluvia. En la isla de las azoteas, los barrancos secos del eterno verano siempre terminan en el mar. Un día vendrán violentas, correrá el barranco y se llevará consigo las ausencias, los espacios. No habrá más silencios ni secretos ni muros. Mi niña tiene un corazón incandescente a pesar de dudas enigmáticas. Dale permiso al fluir acuático, déjate arrastrar hasta la playa, sumérgete en el mar. Mi niña es fuerte, como una amazona. Sé valiente, llora.