Un día muy pronto dejarás de ser las aristas de sueños ajenos, las pisadas en la arena mojada. Te lo prometo. Tú, serás. ¡Ah, tus aventuras! Coloso de Rodas con un pie firme y el otro de puntillas en el salitre. Tú vendrás al acantilado rebelde, latidos látigos de circo itinerante, incandescente a pesar de risas acampanadas y puntiagudas. Tú serás todos los besos, alados, dados y proyectados, y cada vez dolerá menos. Tú tendrás, lágrimas de espuma y sal en la caldera apagada, poemas como saetas iluminadas en neón de volcán. Los enterrarás a todos excepto el último miedo, pequeñito y quieto, que visita cuando la luna está nueva y sola. Y aún así, ay, las aventuras que tendrás, un círculo concéntrico de amor y oro, afiladas como lenguas del norte y el viento en la cara. Carambolas. Te mereces un cielo y no por nada. Cuando la bruma se disipe en el pinar de la cumbre, ya verás: futuro indicativo tú serás.