Mayo 2005
El traqueteo se ríe de nosotros. Mar metálico de sendas entrelazadas, músculos de plata, allí me dejo llevar por la marea, flotando, deslizándome a la deriva. Se atisban en el horizonte caminos nuevos, horadados donde el ocaso es el principio del itinerario. Y cada alma a bordo susurra su historia, importa el bagaje del adiós y el re-encuentro. Mañana vendrá la calma chicha, el murmullo y los chirridos, la espuma que empuja el tren a la otra orilla. Tu boca dirá que me quieres, que me extrañas, un beso o dos, un abrazo quizá, silbidos en la estación. Puertas herméticas, tu rostro al otro lado, el monstruo se aleja conmigo entre dientes. En silencio me despido porque te sé en el andén, ajeno, de espaldas, desprendido de todas las promesas, las caricias. Con el sol en los ojos, me río, en el vientre de la bestia.