Hay besos que explotan en burbujas de deseo a mi derredor, besos increíbles, juguetones, inesperados, que empiezan cuando me das la mano sin que nadie lo note. Besos hambrientos, tiernos que me hacen sonreír como una niña y morderme el labio inferior al evocarlos. Besos que no acaban en bocas y lenguas sino que se propagan y desembocan mágicos en cuellos, pechos y demás extremidades. Besos que, en vez de aplacar la sed, provocan más besos, calambrazos eléctricos entre tu piel y la mía, al centro de mi centro. Esos son tus besos.