Si tú no fueras tú, nunca me enfadaría contigo, ni me dolería echarte de menos. Tic, tac, estás y no estás, dime qué tienes. La voz se me acaba en la boca del estómago; ya no sé qué puentes tender, cómo sobrevivir sin el sol que, aún de lejos, me regala su calor de tanto en tanto. Apaga la luz y vámonos. Tic, tac, tic, tac…