Me duelen en los labios las cosas que nunca te dije, esdrújulas de cañones recortados. Me acusaste de ser, y con razón, Casandra ominosa que no olvida jamás, archivando tus contradicciones para esgrimirlas mañana en contrataque. Aún así me callé tanto… Y no te dejé equivocarte, ya me olía el desenlace… De tanto temerlo, el augurio se hizo certeza inexpugnable. Me duelen en los labios las cosas que nunca te dije, mariposas de versos inacabados, mis sueños en el aire.